RAFAEL DE LEÓN |
"HORA".
¡Me acordaré de ti todas las horas, a las once!..
En la plaza sin luna de tu ausencia, pronunciaré tu nombre
con el mismo temblor del primer día
todas las noches, a las once.
Y aunque esté en un café, o en un teatro, o en un duelo,
sin que nadie me importe, te llamaré, subasta de mi pena,
sin que nadie me importe, te llamaré, subasta de mi pena,
todas las noches, a las once.
Y si la gente, ¡qué importa la gente! no sabe, no comprende,
o no conoce lo que es amor, que aprenda de mis labios
o no conoce lo que es amor, que aprenda de mis labios
todas las noches, a las once.
Que cariño no es nube, ni melindre, sino sangre, canción,
olvido y monte. Se quiere así, gritándolo a los cuatro vientos,
olvido y monte. Se quiere así, gritándolo a los cuatro vientos,
todas las noches a las once.
Y un día llegará ¡qué Dios me oiga!
que cuando vaya a pronunciar tu nombre,
que cuando vaya a pronunciar tu nombre,
tú estés bajo la lluvia de mis besos
a las diez, a las once y a las doce.
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